La crisis económica está creando un fenómeno impensable hasta hace un año, aunque ya a finales del pasado algunos lo presagiaban: la vuelta a Suiza.
Parece paradójico, teniendo en cuenta que lo que manda, desde hace un decenio, es el retorno (en el 2007 lo hicieron 1.637 gallegos), pero son ya muchos los que o bien han comenzado a volver al país que habían dejado (el re-retorno) o bien buscan una vida mejor en Suiza a través de la red de contactos.
Parece paradójico, teniendo en cuenta que lo que manda, desde hace un decenio, es el retorno (en el 2007 lo hicieron 1.637 gallegos), pero son ya muchos los que o bien han comenzado a volver al país que habían dejado (el re-retorno) o bien buscan una vida mejor en Suiza a través de la red de contactos.
Suiza no está boyante como antaño, pero aún ofrece buenas oportunidades en la construcción, uno de los sectores más demandados ahora que no hay trabajo ni aquí ni en destinos colchón, como Canarias. «É un fenómeno silencioso», explica Manuel Domínguez, presidente de la asociación de retornados Maruxía. «Fan menos ruído, non é coma antes, todos aí na estación. Agora marchan cinco un día, seis o outro, e poucos se enteran. É un goteo permanente», añade. Esta reactivación de la emigración a Suiza la confirman tanto el Consulado como fuentes de varios registros civiles del país helvético.
Los que sí se enteran son los autobuses que mantienen la línea directa. La de Cee-Zúrich se vino abajo el año pasado por falta de clientes, pero se retomó desde Vimianzo por Galisuis, que compartía el recorrido con Alsa. Y ha tomado nuevos bríos. «Si, o autobús agora traballa ben», señalan desde la agencia de viajes Costa Azul, de Carballo.
En otra de la localidad lo corroboran. Son tres viajes cada semana. Los clientes no dicen a qué van, algunos solo lo hacen de visita, pero resulta evidente que muchos van a buscar trabajo o a retomar el que tenían. A Berna, ida y vuelta, 234 euros. Solo ida, 133. Y también van en taxi. Esta línea no se ha perdido. Ángel Vázquez, de Zas, contaba esta semana desde la capital suiza que acababa de dejar a un cliente que empezaba a trabajar de nuevo. Como en los viejos tiempos, pero sin pasar por la estación ginebrina de Cornavin, aquella por la que empezó el éxodo migratorio hace justamente 50 años en los trenes que hacían el transbordo en Irún.
La vuelta es el ansia, pero los que están en Suiza ya avisan de que aquello no es Eldorado que fue. «Claro que hai xente que quere volver, pero non é tan fácil. Si que o é no sentido de facer un contrato, pero o traballo non sobra. Ao final, depende dos contactos», indica Antonio Juncal, de Tordoia, 64 años, 47 de ellos en Ginebra, fundador del club de sus paisanos.
Sin embargo, Alejandro Blanco Blanco, de Vimianzo, que acaba de crear un nuevo centro gallego en Lucerna, cree que «traballo sempre vai haber. Non como antes, tal vez como temporeiros, pero sempre hai onde estar, sobre todo na construción». Lo refrenda Francisco Lage Román, de Carballo, residente también en Lucerna desde hace 14 años: «Na construción hai moito choio e a crise non se nota». Francisco, por cierto, indica que numerosos vecinos le han comentado su deseo de ir a trabajar a Suiza. «E os retornados queren volver», al comprobar cómo está la situación en España.
Salarios más difíciles
No es que quieran ir solo los gallegos, es que también de otros países lo están haciendo. Los que más, los portugueses y de los países del Este, «e tamén alemáns». Los gallegos juegan con la ventaja de la buena fama de serios y trabajadores, pero con la desventaja de que ahora los salarios están más difíciles, ya que otros emigrantes aceptan precios menores. Es esto algo en lo que coinciden muchos de los interlocutores sondeados. «Que ninguén pense que é ouro todo o que reluce», señala Juan Carlos Ruibal, de Outes, 22 años ya en Sant Gallen. «Moitos me preguntan para vir, pero eu xa aviso do que hai», añade. Se gana más, pero se ahorra menos. Los tiempos no son los que eran.
lavozdegalicia.es
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