
Vestido de blanco inmaculado, un color al que parece que el suizo ha cogido mucho cariño, Federer ofreció a sus conciudadanos el último título ganado en su carrera, su sexto Wimbledon.
Entre autógrafos, fotografías y abrazos, el tenista, que en pocos días se convertirá en papá, fue agasajado con una placa conmemorativa en la que figuraba su nombre y todos sus triunfos, que ya ascienden a 15 Grand Slam.
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