Suiza llega al Mundial de fútbol de Sudáfrica con el deseo de confirmar su progresión en los últimos torneos de la Federación Internacional (FIFA) y con un equipo compuesto en gran parte por jugadores de orígenes extranjeros y descendientes de inmigrantes.
Más de la mitad de los integrantes de la lista de Ottmar Hitzfeld tienen doble nacionalidad o por lo menos descienden de otros puntos del planeta (12), incluidas algunas de las principales figuras o promesas helvéticas.
Entre los países o territorios representados'' en el equipo suizo están Italia, Turquía, Cabo Verde, España, Serbia y la República Democrática del Congo, además de Kosovo.
Nombres destacados del equipo como Philippe Senderos comparten orígenes cruzados, habiendo nacido en Ginebra con un padre español y una madre serbia, y habiendo jugado ya en dos ligas extranjeras, Inglaterra (Arsenal) e Italia (Milan).
Italia cuenta con tres integrantes suizos que disfrutan de su pasaporte y con raíces en su país (los arqueros Diego Benaglio y Marco Woelfli, además del defensa Tranquillo Barnetta), mientras que la comunidad albanokosovar de Suiza han brindado tres nombres al equipo, Albert Bunjaku, Xherdan Shaqiri y Valon Behrami.
En esta historia de inmigrantes, Behrami llegó al país en una familia de exiliados políticos, huyendo de la violencia en su país de origen y de las persecuciones étnicas.
Sus padres consiguieron asilo en 1990, antes de la descomposición de los Balcanes, y se instaló en el cantón del Tesino, de lengua italiana.
La importante comunidad turca del país también está representada en Sudáfrica gracias a Gokhan Inler, Eren Derdiyok y Hakan Yakin, mientras que el congoleño Blaise Isetsima Nkufo, nacido en Kinshasa, regresa a su continente natal tras un largo periplo por clubes de Suiza, Qatar, Alemania y Holanda.
En este auténtico crisol de culturas se enceuntra también Gelson Fernandes, de Cabo Verde, que simboliza la torre de Babel'' que supone la concentración suiza, siendo capaz de comunicarse con una cierta fluidez en ocho idiomas.
"Cuando vinimos a vivir a Suiza, entré en una escuela en la que se estudiaba francés, alemán de Suiza e italiano. Y cuando fui a jugar al Manchester City, era normal que tuviera que aprender inglés. Pero confieso que si me puse a aprender español y chino es sólo por placer...", explicó en el inicio del Mundial.
En noviembre de 2009, el fútbol del país vivió su mayor éxito internacional con la conquista del Mundial Sub-17 en Nigeria, con un equipo de jóvenes en el que también la mezcla de orígenes era la nota dominante: Bosnia-Herzegovina, Croacia, Túnez, Ghana, Serbia, Italia, Portugal, Congo, Chile y de nuevo Kosovo.
Entre todos ellos brilló especialmente Nassim Ben Khalifa, de padre tunecino y madre suiza, que no está en Sudáfrica, aunque es la gran esperanza de futuro del Grasshopper a sus 18 años y que se crió en el cantón de Vaud, donde sigue viviendo con su madre y su hermano. Su padre volvió ya al país norteafricano.
"Toda mi familia está allí (en Túnez). Todos están contentos con lo que me está pasando y ven los partidos en las cadenas de televisión árabes. Mi madre se ha quedado con mi hermano pequeño, pero también ve todos los partidos en la tele", dijo durante aquel torneo, que le lanzó al estrellato en su país, que confía en que guíe al equipo en próximas citas como el Mundial de Brasil-2014.
Entre la Armada'' extranjera de los suizos se encuentra incluso hasta su técnico, Ottmar Hitzfeld, nacido en Alemania y que llegó al banquillo del equipo nacional en 2008, tras su paso por el Bayern Múnich.
El debut en el torneo será el miércoles ante España, dentro del grupo H, que completan Honduras y Chile.
AFP