La sorprendente victoria de Suiza sobre España (1-0), el miércoles en su debut mundialista, supone no sólo el primer gran terremoto de Sudáfrica-2010, sino la confirmación de que el pequeño país de los Alpes está viviendo en los últimos años una gran progresión.
Luego del triunfo ante España, el equipo de Ottmar Hitzfeld acaparó elogios en todo el mundo y dejó su habitual lugar secundario en el planeta fútbol, confirmando que la apuesta de los últimos años por la sangre joven, en gran medida venida por hijos de inmigrantes, está dando ya resultados.
"Coraje, lucidez, oportunismo: Suiza se gana el derecho a soñar", tituló el periódico francófono Le Temps, con una mezcla de euforia y perplejidad por lo conseguido ante el campeón de Europa, a pesar de que el fútbol del país va de alegría a alegría en los últimos meses.
En noviembre, los juveniles del país hicieron historia con un inesperado título mundial en categoría Sub-17, tras un recorrido intachable de siete partidos ganados, incluyendo la final ante los favoritos y anfitriones nigerianos.
Levantando ese trofeo en Abuya, las jóvenes perlas helvéticas escribieron la página más brillante del fútbol del país, que tenía como mejor resultado hasta el momento la lejana plata del torneo olímpico de París-1924.
Con la única mancha de su dolorosa eliminación en la primera fase de la Eurocopa-2008, que el pequeño país organizó conjuntamente con Austria, Suiza ya había dado signos en los últimos años de sus avances en categoría absoluta.
En el Mundial-2006, por ejemplo, quedó eliminada en la tanda de penales de su pulso de octavos con Ucrania, tras terminar con 0-0 el tiempo reglamentario y la prolongación. En esa edición, el equipo no recibió un solo gol en los cuatro partidos disputados.
En una cita planetaria absoluta, los suizos tienen como mejor resultado los cuartos de final de 1934, 1938 y la cita que albergaron en 1954, aunque con un formato diferente y un número reducido de participantes, por lo que 2010 se presenta como una ocasión de oro para elevar el listón.
La fórmula mágica del experimentado alemán Ottmar Hitzfeld sigue el ejemplo de la Sub-17 de 2009, con doce jugadores -más de la mitad de la lista- con doble nacionalidad o raíces en otros países, haciendo del vestuario un cóctel multicultural y heterogéneo que funciona.
El autor del tanto ante los españoles fue obra por ejemplo de Gelson Fernandes, originario de Cabo Verde, tras un intento previo del ''turco'' Eren Derdiyok, como ejemplo significativo de esa mezcla explosiva del equipo.
"Estoy muy consciente de que hemos escrito una página en el libro de la historia en el fútbol de Suiza, siempre hay una primera vez", celebró Hitzfeld, después de que su equipo consiguiera su primera victoria sobre España, en el decimonoveno enfrentamiento entre ambos países.
Suiza puede presumir además del subcampeonato de 2009 en el Mundial de fútbol-playa, otro torneo de la FIFA, y de ser la ''casa'' de grandes organismos deportivos internacionales, entre ellos la propia Federación Internacional, donde su presidente Joseph Blatter ha aplaudido el éxito de sus compatriotas.
"No lo esperábamos, pero han realizado un torneo sensacional y es un buen presagio para el futuro", celebró justo antes de la final del Sub-17 sobre la actuación del equipo suizo.
Esa generación de promesas, que en su camino se ganó el apodo de "apisonadora" tras ganar a Brasil, México o Italia, contó además con dos jugadores que los expertos sitúan como grandes estrellas del futuro, Haris Seferovic y Nassim Ben Khalifa, que ven Sudáfrica-2010 por televisión, pero sueñan ya con Brasil-2014.
AFP
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